Carta topográfica colonial de Trujillo y el valle de Chicama
La historia de la Hacienda Casa Grande, la hacienda azucarera que a lo largo del siglo XIX agrupó una concentración de tierras nunca antes vista en el valle de Chicama y en la costa del Perú, llegando a competir mano a mano en la producción mundial de azúcar con los emporios de Hawaii y Cuba, es sumamente interesante e ilustrativa en lo que al desarrollo tecnológico se refiere, así como también retrata el lado oscuro del capitalismo.
El espacio que comprendió su primer núcleo lo constituye la Hacienda Oyague, la cual fue propiedad de Domingo José de Oyague en 1750 durante la época colonial; luego dichas tierras con el advenimiento de la República pasan a propiedad de los Bracamonte y Pinillos, terratenientes liberteños quienes en 1830 fundan La Hacienda Casa Grande. Es necesario remarcar que hasta ese momento, la capacidad de producción de las haciendas azucareras era muy limitada, por cuanto no se contaba con maquinaria industrial para su siembra y procesamiento, ni tampoco interés en adquirirlo, llevando esta situación al cultivo de caña para autoconsumo y en un brevísimo número para exportación. La forma tradicional de procesamiento de caña, el trapiche, seguía siendo un eje impulsado por bueyes, así como las vías de comunicación entre los diferentes cañaverales eran prácticamente nulas o inexistentes, motivo por el cual mucho de la cosecha se perdía y no se podía procesar.
Trapiche (Simonin, 1867)
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